lunes, 18 de julio de 2011

Estreno de Cars 2

Por lo general Disney Pixar nos tiene acostumbrados a un nivel realmente alto en sus producciones veraniegas. El verano pasado fue Toy story 3 (2010), el anterior Up (2009), el otro Wall-E (2009), cierto es que muchas de estas tienen sus fallos, pero siempre fueron divertidas y de una calidad más que aceptable, en algunos casos incluso rozando la maestría. Pero la lacra de todas estas producciones animadas es sin duda la saga de Cars.


Partimos de la idea de que contar una historia en la que los protagonistas sean coches con ciertos rasgos humanos es realmente difícil a la par que estúpido. Tratan de asemejar los coches con el comportamiento humano y lo que consiguen son unos personajes que no tienen ni movimiento ni expresividad corporal, como era de esperar, ¡son coches, qué más se les puede pedir! Si ya la primera tenía un guión bastante simplón esta segunda es sencillamente terrible.

La premisa argumental de la que partíamos en la primera parte daba para bastante poco, y si además se saca una segunda parte esto es insostenible. Tratan de mezclar las carreras de Rayo McQueen con una trama de espías en la que se mezcla su mejor amigo. Por supuesto no tardan en volverse sensibleros, pelea entre amigos y ahí perdemos quien es el verdadero protagonista de la película, McQueen por un lado y la grúa por otro, y curiosamente las payasadas vergonzosas del segundo pisan el insustancial hilo argumental que mantenía el coche rojo protagonista de la anterior entrega.

El resultado es un bodrio aburridísimo como pocos podremos encontrar ahora mismo en pantalla, una película tontísima, que no sabe a donde quiere dirigirse y eterna, hora y tres cuartos de chorradas. No se torturen a sí mismos ni martiricen a los más pequeños de la casa con semejante película, hasta los que tengan un criteriomás abierto terminarán por aburrirse de este film.

Nuevos Clásicos Disney (Enredados)



El trabajo que ha realizado hasta ahora John Lasseter para Disney es sencillamente admirable: tras iniciarse en la animación en la propia Disney, abandonó su trabajo para ir a trabajar en la Industrial Light & Magic, de la que acabaría escindiéndose Pixar. Su trabajo en estos estudios supusieron rápidamente una amenaza para la taquilla y la audiencia infantil que Disney parecía tener asegurada de por vida, así que en pocos años pasó a socio estratégico para, finalmente, regresar a sus orígenes y asumir el relevo/reto de un proyecto con evidentes síntomas de agotamiento. Una de las primeras decisiones de Lasseter como responsable de los estudios Disney fue reabrir la división de animación manual (que los gestores anteriores habían cerrado simplemente porque no ofrecía rentabilidad directa en taquilla) y producir Tiana y el sapo (2009), un nuevo clásico sobre princesas mucho más atractivo y cercano al siglo XXI. No dejen de leer, que todavía hay más: Lasseter está embarcado ahora mismo en la integración del universo Pixar con los personajes de la animación clásica de Disney, sintonizándolos con una generación de niños y niñas que no se conforman con adaptaciones de cuentos clásicos y exigen mucho más del cine que les llevan a ver.




Pues por lo visto no bastaba con semajante lavado de cara: ahora el proyecto pasa por reconducir los clásicos que auparon a la marca Disney a lo más alto del género infantil. Enredados (2010) (adaptación del cuento Rapunzel de los hermanos Grimm) enlaza directamente con la tradición de versiones cinematográficas de argumentos literarios, pero esta vez convenientemente pasados por el colador chino de una mejora exponencial del ritmo narrativo y la actualización de personajes (a la cual no es ajena la aportación desmitificadora y humorística que supuso en su momento la saga Shrek).


Enredados no llega al nivel de sofisticación narrativa de Pixar precisamente porque su base argumental es literaria, pero eso no impide que el guionista Dan Fogelman le haya sabido dar la vuelta a la historia, a los protagonistas y a sus diferentes motivaciones, echando mano de algunos viejos conocidos (el caballo Maximus está claramente inspirado en Buck, el divertido jamelgo karateka de Zafarrancho en el rancho (2004), el último estreno en animación no digital de la Disney prelasseter) y reciclando a otros (especialmente al «príncipe»). No falta la consabida enseñanza sobre la vida y el amor, pero tampoco faltan las (hoy) necesarias dosis de tensión, humor, números musicales (esta vez a cargo de Alan Menken) y un final realmente a la altura de lo visto.


Me alegra y me tranquiliza que el proyecto original de Disney siga vivo y haya encontrado en Lasseter un dignísimo sucesor; un cineasta capaz de asumir unas bases literarias (que considero deben seguir estando ahí) y saber combinarlas con lo mejor de la animación «pixarizada». Espero que nuevos títulos confirmen el amplio territorio que se abre para estos Nuevos Clásicos Disney.